domingo, 28 de diciembre de 2014

AGRESIÓN PSICOLÓGICA



AGRESIÓN PSICOLÓGICA


Del Chantaje a la Sana Auto- independencia



Usted puede ser víctima
¿Le está sucediendo algo similar? Muy bien: se trata de las consecuencias de la agresión psicológica. Prepárese a ponerse firme y a terminar con esa situación.


Detección
Es fundamental conocer la forma en que trabaja un agresor. Es un individuo que planifica sus estrategias y, para tener éxito, apela a diferentes recursos. Básicamente, este tipo de atacante pone en práctica sistemáticamente las siguientes técnicas:
La mentira. Es su arma principal. Como lo que más le importa es la trama que va tejiendo alrededor de usted, puede decir cualquier mentira que le sea útil en un momento determinado.
El chantaje. Siempre propone intercambios que supuestamente benefician a su víctima, pero no son más que burdas maniobras.
La generación de miedo. La idea de proteger siempre es falsa en el acosador. Lo que en realidad quiere transmitir es miedo. En ese contexto, puede actuar como “salvador”, solucionando los problemas que él ha fabricado.
La culpa. Uno de sus recursos predilectos. Si logra provocar culpa, hará que sea usted quien acuda a él.
La orden. Directamente, cuando vea que quiere escapar de la persecución, acudirá a todo el poder que tenga sobre usted.


Violencia mental
El acosador utiliza contra su víctima lo que los profesionales denominan “crueldad mental”: violencia, o ensañamiento que ejerce una persona contra otra sin agresión física, pero sí emocional y psíquica. El acoso en sí consiste en la persecución con presiones y apremio para conseguir algo contra la voluntad de la víctima.
Como ve, no es algo con lo que se pueda ser sutil ni suave al afrontarlo.
Es interesante señalar que esto ya está lejos de ser algo excepcional. Por el contrario, los expertos afirman que esta situación prolifera a nuestro alrededor: manipulaciones, intrigas, presiones, zancadillas, desprecios… Y en todos los terrenos de la vida cotidiana: pareja, familia, escuela, trabajo. Esto podría provenir de un problema de falta de autoestima generalizada en la sociedad, generada por la crisis de valores, inseguridad en uno mismo y presión social constante.


Prevención ante todo
Quien se somete a una situación de acoso psicológico no es el tipo de persona que “comprenderá” o “aprenderá” fácilmente, y la solución, en todo caso, no pasa por lo que usted intente lograr. Debe hacer acopio de energías y seguir del camino por donde su perseguidor transita. No hay posibilidades de prolongar en el tiempo su actitud de tratar de adaptarse a la situación o buscar que el acosador comprenda. Sólo se librará de la desagradable situación encarando una serie de acciones directas y concretas.
Para ponerse en acción, debe fijar sus propias reglas de conducta. Es lo primero que conmoverá al acosador, que es quien quiere fijarlas por usted. Luego, intente poner en práctica los principios que le proponemos y empezará a deshacerse de esta molesta agresión que puede llegar a causarle mucho daño.


Estrategias de defensa
Lo primero que usted debe hacer es evitar enfrentarse abiertamente. Eso es lo que estimula al acosador. No tolere situaciones donde, supuestamente “por su bien”, intenta tomar decisiones por usted y decirle lo que debe hacer. Siempre tratará de utilizar todos sus recursos para influenciarlo y someterlo, y así mantener el poder sobre usted. Suele utilizar recursos como: “¿Para qué almuerzas con tu hermana una vez a la semana, si ella no te necesita para nada?”, o “Este nuevo cliente no es bueno para ti, creo que lo atendera tu compañera”. Ante esta clase de situaciones:

Confirme su postura
Responda firmemente ante estos recursos de sometimiento. “Puede que mi hermana no me necesite, pero me encanta estar con ella”, o “Me parece bien que deribe el cliente a mi compañera si confía en ella, pero sepa que me encanta contactar nuevos clientes”. El acosador espera que vacile, así que nunca lo haga.


Trate de dialogar francamente con él
Pero si ve que se niega -abiertamente o no- a hacerlo, deje las cosas como están. Recuerde que él busca el enfrentamiento para ejercer su supuesto dominio.


Nunca le hable en todo confidente
Reduzca todo intercambio personal o íntimo, porque así no le dará opción a que use la demagogia o pueda manipular hechos o intenciones. Y, por supuesto, si se trata de una relación de trabajo, evite toda invitación o sugerencia de almorzar juntos, tomar café, etcétera.

Marque los límites
Mantenga claramente las distancias. Aun cuando pueda evitar el trato (por ejemplo por cuestiones laborales), fije un marco en el que ese trato se manejará.

Apóyese en los demás
Confiando en amigos o compañeros, haciéndolos participar del problema que tiene, hallará esa seguridad de la cual las actitudes de su perseguidor, a veces, le generan dudas.


No deje pasar desapercibido a su agresor
Aclare siempre la situación señálelo con nombre y apellido, diciendo claramente cuánto le molesta la situación. Y no se desanime si la primera actitud de la persona a la que le cuenta lo que lo que pasa es minimizar el hecho, pero manténgase firme en expresar lo que le sucede.


Trate de reunir pruebas de lo que pasa
Una agresión psicológica se enfrenta con hechos concretos. Por ejemplo: si el perseguidor lo molesta con llamadas telefónicas, grábelas. Junte notas, cartas, todo lo que sea palpable como prueba. Pero siempre manteniendo cierta distancia de la situación, para que esto no se convierta en una obsesión incontrolable.


Actitud mental frente al agresor
Una vez que usted haya aprendido a detectar a un agresor psíquico y conozca la forma en que éste procede, puede desviar el  mal simplemente con el poder de su pensamiento. Tenga en cuenta que la negatividad siempre puede invertirse y ser transformada en algo inocuo o, incluso, positivo. Cuando sienta las vibraciones adversas que surgen de su agresor, concentre su propio pensamiento en esa energía y trate de visualizarla como una nube negra que permanece suspendida entre los dos. Reprográmela poco a poco, utilizando su mente. Imagine que lentamente la nube se va disipando, disolviendo hasta desaparecer por completo. En su lugar, cree en su pensamiento un cristal fino pero indestructible, totalmente transparente. Será una barrera entre usted y su agresor, pero le permitirá verlo y vigilarlo de tal manera que siempre será consciente de sus intenciones.

Trate de ser muy objetivo en esto… Nadie tiene porque intimidarlo y / o chantajearlo… Recuerde, detrás de un agresor hay mucho miedo y el temor más grande que ostenta es el del “abandono” curiosamente!
Antes de ser agredido y /o sensibilizarse va a buscar la manera de agredir o chantajear; generar culpa en los demás se torna su deporte favorito… Para que exista un chantajista se necesitan dos: El y quien le permita el chantaje y se enganche con él... al no permitirle más, su poder decaerá.

La mejor manera de acabar con esto es Permanecer plenamente consciente de Quién es usted, cuánto vale y la orientación que persiguen sus metas a realizar de forma totalmente independiente; la Clave: Una sana autoestima y la certeza de que para que él exista necesita de Usted.

Visita mi página que está totalmente a tu disposición y anexa tus comentarios que seguramente la enriquecerán.



Psicot. Ma. Del Consuelo de la Hidalga.

martes, 16 de diciembre de 2014

POESIA DE SAN JUAN DE LA CRUZ III






Somos apenas una gotita de agua en un inmenso mar de dudas...
 

Glosa del mismo (autor)

Sin arrimo y con arrimo.
sin luz y a oscuras viviendo,
todo me voy consumiendo.

1. Mi alma está desasida
de toda cosa criada,
y sobre sí levantada,
y en una sabrosa vida
sólo en su Dios arrimada.
Por eso ya se dirá
la cosa que más estimo,
que mi alma se ve ya
sin arrimo y con arrimo.

2. Y, aunque tinieblas padezco
en esta vida mortal,
no es tan crecido mi mal,
porque, si de luz carezco,
tengo vida celestial;
porque el amor da tal vida,
cuando más ciego va siendo,
que tiene al alma rendida,
sin luz y a oscuras viviendo.

3. Hace tal obra el amor
después que le conocí,
que, si hay bien o mal en mí,
todo lo hace de un sabor,
y al alma transforma en sí;
y así, en su llama sabrosa,
la cual en mí estoy sintiendo,
apriesa, sin quedar cosa,
todo me voy consumiendo. 


POESIA DE SAN JUAN DE LA CRUZ II






Coplas del alma que pena por ver a Dios.

Vivo sin vivir en mí
y de tal manera espero,
que muero porque no muero.

1. En mí yo no vivo ya,
y sin Dios vivir no puedo;
pues sin él y sin mí quedo,
este vivir ¿qué será?
Mil muertes se me hará,
pues mi misma vida espero,
muriendo porque no muero.

2. Esta vida que yo vivo
es privación de vivir;
y así, es continuo morir
hasta que viva contigo.
Oye, mi Dios, lo que digo:
que esta vida no la quiero,
que muero porque no muero.

3. Estando ausente de ti
¿qué vida puedo tener,
sino muerte padecer
la mayor que nunca vi?
Lástima tengo de mí,
pues de suerte persevero,
que muero, porque no muero.

4. El pez que del agua sale
aun de alivio no carece,
que en la muerte que padece
al fin la muerte le vale.
¿Qué muerte habrá que se iguale
a mi vivir lastimero,
pues si más vivo más muero?

5. Cuando me pienso aliviar
de verte en el Sacramento,
háceme más sentimiento
el no te poder gozar;
todo es para más penar
por no verte como quiero,
y muero porque no muero.

6. Y si me gozo, Señor,
con esperanza de verte,
en ver que puedo perderte
se me dobla mi dolor;
viviendo en tanto pavor
y esperando como espero,
muérome porque no muero.

7. ¡Sácame de aquesta muerte
mi Dios, y dame la vida;
no me tengas impedida
en este lazo tan fuerte;
mira que peno por verte,
y mi mal es tan entero,
que muero porque no muero.

8. Lloraré mi muerte ya
y lamentaré mi vida,
en tanto que detenida
por mis pecados está.
¡Oh mi Dios!, ¿cuándo será
cuando yo diga de vero:
vivo ya porque no muero? 


POESÍA DE SAN JUAN DE LA CRUZ I









NOCHE OSCURA

Canciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado de
la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la
negación espiritual. 

1. En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.

2. A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

3. En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

4. Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

5. ¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!

6. En mi pecho florido
que entero para él sólo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba

7. El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.

8. Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.