jueves, 10 de abril de 2014

RESPONSABILIDAD COMO PREOCUPACION EXISTENCIAL



La responsabilidad tiene numerosas connotaciones. Decimos que una persona es “responsable” cuando se puede confiar y depender de ella. La responsabilidad implica ser el autor de algo, este “algo” es la realización de un mundo objetivo de sentido y valores. Ser consciente de la responsabilidad es darse cuenta de que uno está creando el propio destino, el propio ser, su predicamento vital, sus sentimientos y, en algunos casos el propio sufrimiento. En el nivel más profundo, la responsabilidad confiere sentido a la existencia.
 
El conocimiento de nuestra verdadera existencia nos golpea cuando descubrimos nuestra responsabilidad ante el mundo, el cuál sólo tiene significado por la forma en que lo organiza el ser humano. Es lo que Sastre llama “por sí mismo”. Lo que proporciona a la realidad su forma externa es la conciencia, la naturaleza de las estructuras mentales del ser humano. Somos trascendentales, es decir, responsables de nosotros mismos y del mundo. La responsabilidad así enfocada va inextricablemente unida a la libertad. A menos que la persona sea libre para constituir el mundo eligiendo una entre varias posibilidades, el concepto de responsabilidad no tiene ningún sentido. El ser humano no sólo es libre, sino que está condenado a la libertad. Somos íntegramente responsables de nuestra propia vida, no sólo de las propias acciones, sino también de los propios fracasos en la acción. Soy responsable de lo que hago y de lo que prefiero ignorar.
 
Teniendo en cuenta el concepto existencialista de que el hombre se hace a sí mismo a golpe de decisiones libres, está claro que tiene el hombre una existencia primordial de realizarse, esta es su responsabilidad ante el propio devenir hombre perfecto; responsabilidad ante el sentido de la vida que debe realizar. Por esta razón el devenir humano tiene un carácter inequívoco de respuesta. No es tanto el hombre el que pregunta a la vida, es más bien ésta la que pregunta al hombre en cada situación, y es el hombre quien debe decidir y responder. Por eso mismo la vida humana es una auténtica pregunta permanente a la que el hombre debe responder. La respuesta será dada por la acción o la actitud. El porvenir es nuestro en la manera y medida en que se dé una decisión responsable. Ser responsable es la “esencia de la existencia humana”. La responsabilidad es esa capacidad de responder libremente a las preguntas que ofrece la vida, en cada situación en que nos encontramos, así como de asumir las consecuencias o efectos de nuestras elecciones.
 
La responsabilidad del hombre lo enfrenta en primer lugar con su propia conciencia ¿Qué es lo que debo hacer para ser lo que debo ser? Si hago lo que debo hacer, soy lo que debo ser; si no lo hago, no soy lo que debo ser. Toda existencia humana se encuentra marcada por la responsabilidad.
 
La verdadera constitución del ser humano nos habla de que la persona es libre para ser responsable o, dicho de otra forma, puede ser responsable porque es libre (libertad y responsabilidad son inseparables). La libertad responsabiliza al hombre de sus decisiones y actos: ha de responder ante sí mismo y ante los demás de los motivos de su decisión, así como ha de asumir las consecuencias derivadas de ella y plantearse nuevas preguntas y respuestas en la situación originada.
 
La aceptación de la responsabilidad es el remedio para una existencia sin sentido, puesto que la responsabilidad es algo que cada individuo asume por propia voluntad, debe surgir del interior. Responsabilidad significa disciplina interior: todo hombre debe responder a sus actos, no porque esté obligado, sino porque así lo decidió.
 
            El hombre es responsable de la decisión tomada, en primer lugar, ante su propia conciencia. Cuando se realiza lo significativo, la persona tiene su mérito, cuando se realiza lo no-significativo, tiene culpa.
 
 
La responsabilidad y la culpa existencial
 
 
 
En la terapia existencial, la culpa alude a un sentimiento relacionado con la creencia de que uno está obrando mal. Ser culpable significa también “ser responsable de”, es decir, ser la causa o el autor de algo. Uno es culpable en la misma medida en que se es responsable de uno mismo y de su propio mundo. La culpa es una parte importante del ser humano, está íntimamente relacionada con sus posibilidades y potencialidades. Cuando se escucha “la voz de la conciencia” (es decir, la voz que nos obliga a enfrentarnos con nuestro modo de ser “auténtico”), uno siempre es “culpable” en la medida en que no ha desarrollado sus auténticas posibilidades. Otto Rank era perfectamente consciente de esta realidad al escribir que cuando nos restringimos y vivimos por debajo de nuestras posibilidades, nos sentimos culpables de la vida que no estamos aprovechando, de la vida no vivida que hay en nosotros. “Cuando la persona niega sus potencialidades y fracasa en la tarea de cumplirlas, se sumerge en un estado de culpabilidad” (Rollo May citado por Irvin Yalom)
 
            ¿Cómo descubrir nuestra propia potencialidad? ¿Cómo reconocerla cuando se la encuentra? ¿Cómo sabe uno que se ha extraviado en el camino? La culpa existencial es una fuerza positiva y constructiva, una guía que nos conduce por el camino correcto, siempre que escuchemos la voz de nuestra conciencia.
 

Límites de la responsabilidad

 
            Resulta innegable que el ambiente, la genética y la casualidad desempeñan un papel en la vida de las personas. Las circunstancias limitantes son evidentes: Todos nosotros podemos enfrentarnos a la adversidad natural que influye sobre nuestras vidas. En este sentido, las circunstancias pueden impedirnos encontrar un trabajo o una pareja –por ejemplo, un impedimento físico, la falta de educación o la mala salud-, pero no por ello carecemos de responsabilidad (o elección) en la situación. Somos responsables hasta de lo que hacemos con nuestros impedimentos físicos, de nuestras actitudes hacia ellos, de la amargura, ira o depresión. A pesar de todo esto todavía continuamos siendo responsables de la actitud que adoptamos ante la adversidad: llevar una vida de amarguras o encontrar el modo de trascender el impedimento y planificar una vida interesante y al margen de éste. Una auténtica aceptación de la responsabilidad implica no sólo que uno confiere un significado al mundo, sino también que se tiene libertad y la responsabilidad de cambiar el ambiente externo siempre que éste sea posible.

Decisión y elección

 

            La decisión es el puente entre el deseo y la acción. Decidir significa comprometerse a una determinada acción. Si no tiene lugar ninguna acción, no se ha producido una verdadera decisión y ésta integra un amplio conjunto de actividades que tienen distintas experiencias subjetivas y grados variables de esfuerzo, racionalidad, conciencia, impulsividad y sentido de la responsabilidad.
 
            Las decisiones son difíciles de tomar por muchas razones: algunas de ellas son evidentes, otras inconscientes y otras están arraigadas en el fondo más profundo del ser. El cambio no consiste en una sola decisión voluntaria e importante, sino que se trata, más bien, de un proceso gradual de decisiones múltiples, cada una de las cuales prepara el terreno a la siguiente.
 
            Por cada “sí” tiene que haber un “no”. Decidir una cosa significa renunciar a otra. La renuncia acompaña invariablemente a la decisión. Uno tiene que renunciar a las opciones, algunas de las cuales no volverán a presentarse jamás. Las decisiones son dolorosas porque significan la limitación de las posibilidades. Si la decisión es difícil debido a que la persona tiene que renunciar a una posibilidad al mismo tiempo que elige otra, la cuestión puede simplificarse arreglando la situación para renunciar a las menos cosas posibles, o eligiendo aquella que nos permita llevar una mejor calidad de vida, aunque no sea óptima esa decisión.  Uno no puede evitar la toma de decisiones. La aceptación de las propias decisiones es un primer paso en la tarea de la aceptación de la responsabilidad. Si uno acepta plenamente la ubicuidad de las propias decisiones, se está enfrentando a la propia situación existencial de una manera auténtica. Un enfoque activo de la decisión suele ir acompañado de una aceptación activa de las propias capacidades y recursos.

 

Auto trascendencia

 

 

Es aquella capacidad de la persona humana que, no solamente no está cerrada en sí misma, sino que está en apertura permanente hacia algo que está fuera de sí misma: el mundo de los demás, un valor por realizar, o una persona por encontrar a quien amar.
 
            La autotrascendencia está definida por Frankl como: “La autotrascendencia hacia algo o alguien, fuera de sí mismo: hacia un sentido por realizar, o una persona que sale al encuentro con el amor”. Según esto, ser hombre significa un ser orientado hacia otros, apuntando hacia algo distinto de sí mismo: un valor o una persona. La esencia de la existencia humana reside en esta capacidad de autotrascenderse y se comprende con este nombre “que el ser-hombre es llamado a estar saliendo de sí mismo y por encima de sí mismo, orientado hacia algo que ya no es él mismo, hacia algo o hacia alguien, hacia un sentido que quiere realizarlo, satisfacerlo o hacia otro ser humano, que lo encuentra en el amor”.
 
            La autotrascendencia se refleja en la forma de intencionalidad de todos los actos espirituales. Es decir, que, al mismo tiempo, está la capacidad del espíritu humano de transpolar por encima del “contenido consciente” y aún a través de él hacia un objeto trascendente a la conciencia.
 
            La autotrascendencia tiene gran importancia para el ser humano en el desarrollo de su personalidad y de la propia identidad. El hombre se realiza en la medida y proporción en que se olvida o prescinde de sí mismo.
 
            Si la conciencia es trascendente, entonces la autotrascendencia es escuchar con total apertura la voz de nuestra conciencia.
 
 
 
Recopilación realizada por:
 
M. Consuelo García de la Hidalga
 
 

 

BIBLIOGRAFIA

 
  1. Fabry, Joseph. La Búsqueda de Significado. F.C.E., México, 1992.
  2. Idoate, Florentino. Fundamentos Antropológicos, Psicológicos y Terapéuticos de la Logoterapia. Instituto de Logoterapia de Grupo, Costa Rica, 1992.
  3. Noblezas, Ma. Angeles. Palabras para una Vida con Sentido. Desclée De Brouwer, Bilbao, 2000.
     4.Yalom, Irvin. Psicoterapia Existencial. Herder, Barcelona, 1984.
 
 
 

 

2 comentarios:

  1. Consuelo: te felicito por tu blog. Pones temas muy interesantes. Felicidades por tu esfuerzo y tus conocimientos. Una abrazo!

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    1. Gracias Delphy!
      Espero sega siendo de tu agrado lo que comparto en este espacio.
      Consuelo

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